martes, 7 de mayo de 2019

Me quiero.

La rabia me corroe.
Y no rabia agresiva, sino rabia impotente.
Rabia que decepciona, que me decepciona a mí misma.
Que me hace replantearme la fuerza del pensamiento humano, del gran impacto que tiene sobre nosotros y de lo malévola que puede ser a veces con el resto, pero sobretodo con uno mismo.

¿Porqué nos cuesta tanto querernos si al fin y al cabo no hay persona que mejor te conozca que tú mismo?
¿Porqué es tan difícil para nosotros aceptarnos tal y como somos, con nuestros más y nuestros menos?
Porque el amor propio es todo un reto.
Porque decir me gusto, me encanto y me quiero se hacen, la mayoría de veces, una meta imposible para nuestra mente.

Pero el problema es que imposible nunca ha estado en mi vocabulario, al menos no en el diccionario que quiero utilizar en mi vida; ni a corto ni mucho menos a largo plazo.
Pero la lucha por quererme estará siempre presente.

Y la meta, cada día más cerca.


martes, 2 de octubre de 2018

Piel con piel.

Piel con piel; siempre.
Piel desnuda que choca con la tuya, que arde,
que se eriza pero que es fuego a la vez.
Piel que me acaricias, que me rozas sin querer y
queriendo; pero que también aprietas para que
no me marche.
Piel húmeda que se estampa con tus labios
ansiosos que buscan rozarla.
Piel que sonríe.
Que simplemente sonríe pero que no únicamente
lo hace.
Piel con piel hasta que nos quedemos sin aire, sin
espacio y sin ser dos para convertirnos en uno.
Piel con piel; siempre.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

¿Porqué costará tanto olvidar?

¿Porqué costará tanto olvidar?
¿Porqué costará tanto decir: "ya está, lo he superado"?
He cerrado capítulo definitivamente y no me duele.
No me duele recordar y vivir, lentamente en mi
cabeza, todos y cada uno de los recuerdos.
No me duele oler, ver colores, sentir emociones que
me recuerden a eso.
¿Porqué costará tanto olvidar?
Dejar de aferrarse a esa mano que tiene que irse.
Que tiene que irse muy lejos y no volver.
O al menos no volver por un tiempo.

La clave está en que no cuesta, simplemente porque
no se puede.
No se puede olvidar aquello que has querido
realmente.
Aquello que ha sido real, verdadero.

Lo único que puedes hacer es vivir con ello.
Dejarlo apartado en un rinconcito de tu corazón y
seguir hacia adelante.
Porque en un futuro, sí, ya no dolerá lo mismo que
solía doler, pero no lo habrás olvidado.
Porque cuesta mucho olvidar.

viernes, 22 de abril de 2016

Heterofobia.

   Imagina que un día todo ha cambiado. Que las cosas han dado un giro y que ahora todo es al revés.
Eres una persona, normal y corriente, que conoce a otra del sexo opuesto. Sois amigos y, poco a poco, surge el amor. Vais quedando y hablando y, a medida que pasa el tiempo os dais cuenta de que os estáis enamorando el uno del otro.
   Empezáis a salir pero hay un problema: vuestros padres no aceptan la relación porque estás saliendo con alguien del sexo opuesto. Creen que es algo temporal, algo que pertenece a la adolescencia y que, conforme crezcas, se te pasará. Pero eso no es todo: tus amigos también te juzgan por el hecho de que estés saliendo con esa persona y a menudo en las redes sociales te insultan por ello. "Estás enfermo!", "Ve al psicólogo!", "Si te tomas una pastilla se te pasa."
   A ti, todo esto no hace más que afectarte y piensas: "Porqué se comportan así si solo es amor?". Y es que la respuesta es tan simple como la pregunta: es solo amor.
   La sociedad de hoy en día tiende a juzgar a las gente por el género de persona con el que está, y se olvidan de que no importa como seas o cuales sean tus preferencias sexuales, sino que lo realmente valioso es la esencia de esta y como te marca.

jueves, 21 de enero de 2016

Yo.

Soy cabezota y, si algo se me mete
entre ceja y ceja, no pararé hasta
conseguirlo.
Que sí, que a mi siendo borde no me
gana nadie, porque suelto las frases
más destructoras que jamás te han
dicho.
Si esperas que siempre sea segura
de mi misma, lo llevas claro; pues a
veces te puedo arrastrar conmigo al
túnel sin salida.
Pero también soy una cabrona, una
cabrona que te hará reír hasta que
no te quede más felicidad que sacar
de tu cuerpo.
Una tía que, aunque a veces sea
borde, puede traerte la luna si de
verdad le importas.
La inseguridad personificada pero
con un "que no te importe lo que
digan, tú vales más que eso" como
ley de vida.
Las malas lenguas lo llaman cualquiera.
Yo lo llamo ser yo.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Tú,sí tú.

Tú, sí tú.
No pienses que de esta no vas a salir.
No pienses que esta piedra va a parar tu camino dejándote sin aliento.
No pienses que todo eso que has soñado no se hará realidad.
Porque tú, sí tú; eres capaz de todo y más.
De decirle a las personas que salen por la puerta adiós con la cabeza bien alta.
De darle una patada a esa maldita piedra y correr hasta llegar al final del trayecto; quizá sin aliento o quizá con más aire en los pulmones que nunca.
De bajarte del tren y subirte a él en marcha cuando a ti te de la gana.
Porque tú eres dueño de tus decisiones, de tus errores y de tus aciertos.
Porque tú, sí tú; eres dueño de tu propio camino; así que no dejes que otros construyan las direcciones que este toma.
Eres (tú)yo, (de) nadie más.

domingo, 11 de octubre de 2015

Hasta siempre.

   Siempre he querido hacer una carta a alguien que no sé si la leerá algún día. Quedarme con la duda o simplemente pensar que, sin leerla, esa persona la sentiría como si se la hubiesen leído en voz alta.
   Por eso te la escribo a ti, abuela.
   Sinceramente, nunca te he contado mis cosas o lo que me daba miedo, y tampoco he tenido una relación muy estrecha contigo como para llamarte "mi segunda madre". Pero, lo que si has sido, es una gran abuela y persona.
   Siendo madre, has luchado por tus hijos y has seguido hacia adelante con positividad, aún cuando eso era lo último que tenías ganas de tener. Siendo abuela, has mimado a tus nietos, dándoles todo lo que querían y hasta lo que no se puede tener en mano: los buenos momentos.
   Que sí, que el recordarte duele, y mucho; pero aunque nos cueste, hay que seguir hacia adelante, con tu recuerdo más vivo que nunca. Recordando tus frases características, tus gestos o expresiones y tu forma de ver las cosas que, a pesar de ser miradas desde otros ojos, no tenían nada que ver con nuestra versión.
   Esto no es un adiós, ni lo será nunca; solo es un gracias. Un gracias muy grande. El gracias que nunca podría haberte dado personalmente porque, lamentablemente, expresar mis sentimientos hablando no es lo mío.
   Así que gracias.
   Por lo que nos has dejado ver de ti por ti misma y por lo que hemos visto los demás sin que te dieras cuenta.
   Por saber dar ese cariño a cada uno de nosotros de una manera distinta, haciéndonos sentir especiales.
   Pero, sobretodo, gracias por ser mi abuela.
   Te quiero.